Perros y gatos conviviendo

Perros y gatos conviviendo. ¿Es posible? Pues sí, es posible, y es generalmente, muy beneficioso para ambos.
Porque está demostrado que ambas especies pueden ser buenos amigos y compañeros, y al estar juntos predispone al juego, a las carreras, perseguirse y retozar, y serán estímulos para su sociabilidad e incluso evita la tendencia a la obesidad.
En mi caso, a mí me gustan igualmente los canes y los felinos. Y opté por una convivencia entre perra y gato que duró muchos años y fue muy beneficiosa para ellos y para los humanos que les adoptamos.
Y a partir de ese momento, he combinado perros y gatos. He comprobado que un can o un felino acompañados interactúan, tienen más actividad física y por otro lado presentan menos hiperactividad y menos ansiedad por separación.

Pero ojo, para que el gato adoptado entable buena relación con el perro de la casa, hay que seguir una serie de pautas que se recomiendan siempre.
Conviene que felino se sienta protegido cuando le presentemos a su compañero cánido.
Una manera sería que el gato esté en su trasportín, convenientemente cerrado, al llegar a casa, y permitamos que el perro se acerque a olerlo y a su vez el felino pueda familiarizarse poco a poco con el olor y la presencia del perro.

Es conveniente mantener espacios distintos para uno y otro, y supervisar la convivencia los primeros días. Porque tienen necesidades diferentes, como el alimento, horas de sueño, descanso, juegos, y forma de hacer sus necesidades.
Aunque luego compartan el espacio y hábitos de nuestro hogar, no olvidemos nunca sus diferencias comportamentales y también físicas. La flexibilidad del felino, su agilidad, le permiten acceder a lugares al que nunca llega el perro. Y los tiempos que dedicamos a uno y a otro. Y cuando se trata de ocupar espacios externos, el perro siempre va a nuestro lado, puede pasear atado, es más controlable. El gato puede en un momento dado, correr más riesgos, por eso es importante proteger bien las ventanas, y vigilar que no corra riesgos en el entorno exterior cercano.

Aunque luego compartan otros tiempos y lugares, no olvidemos nunca sus diferencias, también las físicas, la flexibilidad del felino y su agilidad, le permiten acceder a lugares donde nunca llega el perro, y estos pueden lastimarse con más facilidad, al ser más rígida su musculatura. Cuidado al cogerles y dejarles en el suelo o en lugares altos donde puedan caerse.

Igualmente, los tiempos que dedicamos a uno y a otro no tiene por qué ser los mismos. Posiblemente ellos sepan comunicarnos en qué momento distinto nos necesitan y como interactuar. Habrá momentos que podamos tener a los dos encima nuestra, y otros en que juguemos de diferente forma y en distinto lugar, con el perro y con el gato, según proceda. No hay uno que sea más protagonista que el otro, es una relación con el dueño/a que fluctúa de forma natural, sin problemas ni tensiones. Si las hubiera, el centro de adopción será el encargado de darnos las oportunas recomendaciones.

Anímate y adopta el gato si ya tienes perro. Verás como la vida será mucho más divertida.